Tres reflexiones sobre el censo en perspectiva histórica

El equipo del Instituto de Investigaciones Históricas de la Carrera de Historia de la Universidad Mayor de San Andrés de La Paz no ha querido quedar indiferente ante un momento importante para Bolivia como es el Censo de Población y Vivienda 2024 que tendrá lugar este sábado 23 de marzo. Así, ha reunido algunos criterios de tres especialistas que comentan lo que fueron los recuentos de población en otros momentos de nuestra historia. La profesora Paula C. Zagalsky entrega una mirada al periodo colonial. Esther Aillón, directora de nuestra Carrera de Historia, nos sumerge en el siglo XIX, del que es especialista. Finalmente, Marcos Vargas comparte criterios sobre el siglo XX hasta la actualidad. Los invitamos a leerlos mientras esperan que toquen a su puerta para censarlos.

Entrevistados

Paula C. Zagalsky es Doctora en Historia. actualmente es Investigadora del CONICET y docente de la Carrera de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, Argentina.

Esther Aillón Soria es Doctora en Historia. Actualmente es Directora de la Carrera de Historia de la Universidad Mayor de San Andrés, Bolivia.

Marcos Vargas Carvallo es ingeniero, especialista en desarrollo rural y gestión catastral. Actualmente es docente de la Carrera de Historia de la Universidad Mayor de San Andrés, Bolivia.


Preguntas y respuestas

1. ¿Cuál es su percepción sobre el uso de categorías de adscripción social en los censos de población/visitas y revisitas que usted ha estudiado y en qué medida considera que reflejaban la realidad socio-política y las interacciones sociales cotidianas? ¿qué tensiones o conflictos de intereses generaron?

Paula C. Zagalsky

La mayor parte de las categorías censales de los padrones de las visitas y revisitas coloniales se nutrieron de categorías de adscripción social. Estas categorías censales no fueron un simple reflejo o percepción de la realidad, sino que además tuvieron el enorme poder de moldear las dinámicas sociales, económicas, políticas y culturales. La categorización de las personas implicaba obligaciones y derechos en sus vidas. En tal sentido y, a manera de ejemplo: dentro del amplio universo de la población indígena en la Audiencia de Charcas, la inclusión dentro de la categoría de tributario o yanacona, ser catalogado de originario o forastero, habitar en pueblos de reducción o en una ciudad, imponía no sólo obligaciones diferenciadas de tipo económico/fiscal, sino que también impactaba en los derechos de acceso a recursos, ayuda mutua, entre muchas otras dimensiones de la vida social.

Las visitas y revisitas fueron una esfera de la vida social que permite visualizar las tensiones y conflictos entre agentes locales, regionales y virreinales, un terreno o campo donde se desplegaron las disputas por temas urgentes y relevantes, tanto para las poblaciones nativas (que no siempre tuvieron roles e intereses unívocos ni homogéneos) como para los proyectos e intereses de agente criollos, españoles, órdenes religiosas y la corona y sus representantes. Estos intereses fueron en ocasiones convergentes, aunque la mayor parte de las veces es posible observar los matices, divergencias y tensiones subyacentes, incluso, dentro de lo que puede denominarse el bloque social de los “colonizadores” o dominadores.

Esther Aillón

Para referirnos al siglo XIX, hay que mencionar que antes de la independencia las dinámicas poblacionales se registraban en documentos estatales y eclesiásticos, y esto continuó durante todo ese siglo. Los libros parroquiales sacramentales (bautizo, matrimonio y defunción), si bien no entran en la categoría de censo, cumplían la función de registrar a la población de una jurisdicción eclesiástica, en libros diferenciados, según categoría social y étnica, de acuerdo con la reglamentación canónica. Esos documentos, que tienen una asombrosa continuidad en el tiempo, son una de las fuentes más valiosas para los estudios de demografía histórica del periodo. Algunos aspectos sobre el comportamiento demográfico que se han analizado a partir de ellos son los ciclos migratorios, la interacción entre diferentes segmentos sociales, las estrategias de sobrevivencia y recuperación familiar tras epidemias, y la edad al matrimonio, entre otros.

La cuestión sobre el origen étnico/raza o color de la piel también estuvo presente en los censos decimonónicos, con enfoques diferentes por épocas. Por ejemplo, el informe del diplomático Joseph B. Pentland, de 1826, una estadística temprana de Bolivia, calculó de 1.100.000 a 1.200.000 habitantes, divididos en cuatro “razas”: blanca o criolla, india o aborigen, “razas” mezcladas de cholos y mestizos y “negra”. No se incluyó ni cuantificó a la población indígena de tierras bajas de Bolivia, a la que describe como “tribus nómadas de los indios salvajes que habitan las provincias norteñas y orientales de la República”, es decir, por desconocimiento y/o por desprecio, se los presenta como un colectivo incógnito e indiferenciado. 

En el censo de 1848, Dalence identificó tres “razas”: la española, aborigen y africana. Con consideraciones positivas, valoró a los indios quechuas y aimaras, guaraníes o chiriguanos, indios de Mojos y Chiquitos, guarayos y sirionós, como artistas y artesanos con una gran fuerza intelectual, “como los mestizos”, siendo que los más hábiles “igualan a los de la raza europea en igualdad de circunstancias”. Esta visión es menos prejuiciosa, en apariencia, auque está imbuida de evolucionismo y alimenta la construcción de una sociedad pigmentocrática. Dalence también registró a descendientes de africanos y sus mezclas, pero no abundó por considerarlos de poca cantidad; una forma indirecta de plantear que su destino era desaparecer.

A fines del siglo XIX, la clasificación de las categorías sociales con términos relacionados a clase social y etnia se había fijado como marcadores sociales que estructuraban desigualdades. Por ejemplo, sobre el censo de la ciudad de La Paz, de 1881, Rossana Barragán señala: “La nomenclatura “racial” fue por tanto, entre los propios social-darwinistas encargados de los censos de fines del siglo XIX, una nomenclatura profundamente socio-económica […]. Los términos de “raza blanca”, “raza mestiza” y “raza india” se presentan entonces homogeneizadores: a cada “raza” y sexo le corresponden ocupaciones económicas y atributos específicos, de tal manera que los niveles de clase/raza/género se encuentran completamente articulados”. Es decir que, a fines del siglo XIX, la mirada social darwinista del Estado, a través de los censos, incrementó la diferenciación basada en marcadores socio-étnicos.

Marcos Vargas

Las categorías de adscripción social en los censos de población, visitas y revisitas se utilizan para clasificar a la población según ciertas características demográficas, sociales y económicas. Estas categorías sirven para recopilar datos que permiten comprender mejor la composición y las necesidades de la población, así como para tomar decisiones políticas y diseñar políticas públicas más efectivas. Esta información es fundamental para la toma de decisiones políticas, la planificación del desarrollo socioeconómico y la implementación de políticas públicas que aborden las necesidades específicas de diversos grupos.

La percepción sobre el uso de estas categorías puede variar dependiendo del contexto de cada país. En algunos casos, pueden ayudar a identificar grupos vulnerables que requieren atención especial, o a diseñar programas de inclusión social. Sin embargo, también pueden surgir tensiones y conflictos de intereses relacionados con su uso. Algunas personas pueden sentir que ciertas categorías son discriminatorias o estigmatizantes, mientras que otras pueden argumentar que no reflejan adecuadamente la diversidad y la complejidad de la sociedad. Es importante que los encargados de llevar a cabo estos estudios demográficos consideren cuidadosamente cómo se definen y utilizan estas categorías, y estén atentos a las posibles implicaciones éticas y políticas de su uso.

2. ¿Qué criterios de delimitación territorial se usaron para llevar a cabo las visitas/censos para la recopilación de los datos demográficos, sociales y económicos según las colectividades involucradas?

Paula C. Zagalsky

Las visitas coloniales de carácter laico fueron dispuestas con diferentes frecuencias (ocasionales o regulares) y pensadas para diferentes tipos de jurisdicciones y espacios, de dimensiones territoriales muy diversas. Pensando específicamente en las llamadas “visitas de indios” que buscaron relevar información sobre la población indígena y sus recursos, por ejemplo, tenemos las visitas regularmente efectuadas por los corregidores de indios a las jurisdicciones sobre las que ejercían gobierno y justicia (corregimientos de indios o provincias, que en el siglo XVIII serán reformuladas en el sistema de intendencias).

Asimismo, existieron en el período colonial visitas generales ordenadas sobre el territorio y jurisdicción de todo un virreinato. Estas fueron más escasas y contadas, tratándose de proyectos de enorme envergadura, costos, y movilización de recursos humanos para el registro de información. El ejemplo más renombrado, y también más espectacular por su riqueza y las consecuencias sobre la vida social colonial, es el de la Visita General emprendida por el Virrey Francisco de Toledo entre 1570-1575, pero hay otras visitas como la del Virrey Mancera o la del Virrey La Palata, ambas desarrolladas a lo largo del siglo XVII, que presentan particularidades y registros muy ricos, cuyo análisis ayuda a una mejor comprensión de las preocupaciones y problemas sociales, económicos y políticos centrales para cada época. También existieron revisitas originadas en conflictos e intereses a las jurisdicciones más acotadas como la de los repartimientos de indios específicos, a veces surgidas al calor de un conflicto con encomenderos, entre ayllus o motorizadas por kurakas para buscar alivianar las tasas de tributo y la imposición de mitas que pesaban sobre los colectivos indígenas. También observamos otros casos de visitas a población indígena que habitaba ciudades o villas. En otros casos, existieron visitas a minas y trapiches, estancias y ranchos que permiten recabar información sobre los mundos productivos de la minería y la producción agrícola-ganadera. Además de las visitas laicas emprendidas por representantes de la corona, existieron visitas eclesiásticas organizadas a partir de las jurisdicciones propias (parroquias, viceparroquias, etc.)

Esther Aillón

Los criterios de delimitación territorial que se usaron para llevar a cabo los censos en el siglo XIX correspondieron a la división político-administrativa de Bolivia. Por ejemplo, el “Reglamento para la formación del censo y catastro de la República de 1869”, de Mariano Melgarejo (1864-1871), reglamenta la división territorial para el censo en base a la división político-administrativa nacional: departamento, provincia y cantón. Estos últimos se subdividían en distritos censales (cuarteles, manzanas o barrios) de diferente tamaño, de acuerdo con las necesidades que eran de dos tipos: urbanos, con población concentrada; y rurales, con población dispersa.

En cada capital departamental, el Consejo Municipal era responsable de enviar a las subprefecturas y municipalidades provinciales, y éstas a los cantones y distritos censales, el material correspondiente. Los censadores y los miembros de las Comisiones especiales para el censo participaban de manera obligatoria y gratuita. Éstas debían estar conformadas por un munícipe, el párroco, el Juez Instructor, el regente de la escuela y dos o más vecinos “de los más inteligentes y conocedores del lugar”. La entrevista se hacía casa por casa, con el jefe de familia, para lo que debía “amonestarle con la mayor sagacidad que no falte a la verdad”. Al finalizar, el jefe de familia debía firmar la boleta. Quienes se rehusaban a responder, eran pasibles a multas de 10 a 100 pesos de acuerdo con los ingresos de la persona, o al arresto.

Concluido el censo, cada Comisión entregaba a la municipalidad de la provincia los padrones llenados, con dos cuadros de resumen de los datos urbanos y de los rurales. Esos documentos se remitían al concejo municipal de la capital de departamento. Éste, junto al Prefecto de departamento, resumía la información de las provincias, en los 18 días siguientes. El prefecto remitía la información a la Mesa Estadística del Ministerio de Hacienda, que centralizaba de todos los departamentos. Se estableció el mismo procedimiento para el catastro, con la única diferencia que el recojo de información se duplicaba en tiempo: dos días para las ciudades, y cuatro para el área rural.

Marcos Vargas

Los criterios de delimitación territorial utilizados pueden variar según las prácticas y políticas específicas de cada país o entidad encargada de realizar estos estudios. Sin embargo, algunos criterios comunes que suelen considerarse incluyen las divisiones político-administrativas que suelen tener límites geográficos claramente definidos y son utilizadas para facilitar la organización y la gestión de la recopilación de datos. Así también, se pueden utilizar unidades censales específicamente diseñadas, que pueden ser áreas geográficas más pequeñas que las divisiones administrativas tradicionales. Estas unidades buscan garantizar una cobertura completa y precisa de la población, ajustándose en función de la densidad poblacional y otros factores relevantes. Finalmente, las divisiones geográficas naturales como ríos, montañas u otras características físicas del terreno, para delimitar áreas de recopilación de datos, y, las divisiones socioeconómicas en áreas urbanas y rurales, zonas industriales, áreas de alta o baja densidad poblacional, entre otras.

Es importante destacar que la selección de criterios de delimitación territorial puede influir en la calidad y representatividad de los datos recopilados. Por lo tanto, es fundamental que los encargados de llevar a cabo censos y estudios demográficos consideren cuidadosamente estos criterios y adapten sus métodos de recopilación de datos para garantizar una cobertura completa y precisa de la población.

En Bolivia, se utiliza la división político-administrativa como base para llevar a cabo los censos de población. Sin embargo, en áreas donde existen conflictos respecto a la definición de estos límites, se implementa un trazado censal provisional para garantizar la continuidad del operativo establecido. De esta manera, se busca asegurar la cobertura y recopilación de datos demográficos, a pesar de las dificultades relacionadas con la delimitación territorial en ciertas zonas.

3. ¿Cómo era preparado y qué dinámica seguía el censo de población/visitas y revisitas, y qué recursos materiales y humanos se usaban?

Paula C. Zagalsky

Las visitas fueron ordenadas por diferentes tipos de autoridad quienes, en general, en sus cédulas u órdenes explicitaban los objetivos e instrucciones a los visitadores, incluyendo procedimientos y con frecuencia la serie de preguntas o interrogatorios a seguir para dar homogeneidad a la información relevada en diferente sitios o jurisdicciones. No siempre se seguían al pie de la letra las instrucciones, entonces, se fue pasando de visitas hechas casa por casa, a otras hechas pueblo por pueblo o incluso las visitas “de escritorio” que implicaba revisar cifras de población sin una inspección y relevamiento in situ. Dependiendo de la dimensión de las jurisdicciones y poblaciones a visitar, el proceso podía tomar días, meses o años. Se requería no sólo la presencia de un juez visitador sino de una suerte de “séquito” que lo acompañaba (escribano, alguacil, traductores o “lenguas”, cargadores, entre otros). Cada integrante percibía un jornal. Ese pago a veces era cubierto por la hacienda real, pero en algunos casos, por ejemplo, el de las revisitas, era el solicitante (fuera un individuo o un grupo) quien que debía correr con los costos. Todo el proceso -no sólo los padrones sino también las instrucciones, los avisos, los pedidos a curas de actas de bautismo y muertes, etc.- debía quedar asentado en papel, lo que ciertamente conllevaba un costo adicional. Históricamente la realización de censos siempre implicó un costo económico, pero el beneficio que conlleva tener acceso a la información sobre la realidad social, económica y política para una sociedad y sus posibles desarrollos ha llevado a intentar motorizarlos.

Esther Aillón

Durante el gobierno de José Ballivián (1841-1847) se creó la Junta de Estadística a la cabeza de José María Dalence, quien desarrolló uno de los mejores censos del siglo XIX (1848), que registra a la población según edad, sexo, estado civil y profesión/ocupación, condiciones sociales, instrucción, número de enfermos y enfermedades, en sus diez cuadros. 

Quizá por aquello que señaló Salvador Romero P. en el prólogo al Bosquejo estadístico de Bolivia (1975): “la Junta de Estadística no solo se enfrentó con problemas técnicos relacionados con la recolección de los datos, sino también con la reticencia de la población, y la obstinada renuencia de las autoridades que posiblemente vieron en esta disposición del gobierno, una amenaza para sus intereses”, los resultados fueron publicados en folleto, aunque no sabemos en qué medida estos materiales cubren la información de todo el territorio nacional, para ese siglo.

De un modo similar, en la Estadística del Departamento de Tarija (1901), se señala que la oficina departamental envió modelos de la boleta censal a las autoridades parroquiales de la provincia y de la ciudad, quienes debían recoger una amplia información sobre instrucción, estadística electoral, jurídica, militar, religiosa, beneficencia (salud), industria, movimiento económico y catastro de la ciudad de Tarija. Párrocos y munícipes cumplieron su labor de manera poco uniforme. Una vez centralizada la información departamental se la publicó en el lugar. 

Durante la presidencia del último gobierno conservador, Severo Fernández Alonso (1896-1899) se estableció la Oficina Nacional de Inmigración, Estadística y Propaganda Geográfica, dependiente del Ministerio de Fomento. Como su nombre lo indica, disponía de datos en todos los ámbitos de la vida nacional y tenía tres objetivos: (1) recolección y clasificación de datos sobre la situación territorial y social de Bolivia, (2) Estudio y preparación necesaria para “atraer y encauzar la corriente pobladora en el país”, y (3) “La publicación y activa circulación en el extranjero de los estudios y descubrimientos sobre el territorio”. En esta visión, la inmigración era un elemento muy importante para atraer personas y capitales extranjeros especialmente de Europa, pues, coincidente con su visión europeizante, se consideraba que eran los destinados a traer progreso y felicidad. En ese caso, la finalidad prioritaria del registro estadístico era generar información oficial para dar a conocer –fuera del país– el potencial de la riqueza nacional en los tres reinos.

En otros casos, este tipo de censos se publicaron en boletines estadísticos departamentales o municipales. También hubo censos de salud, censos escolares y censos catastrales, de industria y actividad económica. El ministerio a cargo del ramo también compilaba algunos resultados. A ello hay que agregar la publicación de Calendarios anuales y guías de viajeros que también compilaban información estadística. De ahí que, para tener un panorama más o menos completo, de una ciudad o región del país, en el siglo XIX, se debe tomar en cuenta varias fuentes porque la información es muy fragmentada. Por ejemplo, el estudio La vida en la periferia. Cochabamba, Bolivia, entre 1825 y 1925 de Rosario Henriques, utiliza los censos departamentales publicados, que son sólo para 1854, 1886 y 1900, y a veces solo contienen listas de población. La autora construyó los indicadores de evolución demográfica y niveles de vida y desigualdad en Cochabamba, para todo el siglo, en base a los registros parroquiales.

El siglo XIX es un periodo proto estadístico porque el organismo estatal encargado de la labor estadística fue intermitente o débil. Si bien se reglamentaba la labor que debía realizarse por medio de preguntas uniformes aplicadas a todos los habitantes del territorio, no sabemos si realmente era así y si se censaba de manera simultánea.

Marcos Vargas

La preparación y la dinámica seguida en un censo de población pueden variar según el país, la entidad encargada, y las características específicas de la población objetivo. Sin embargo, a nivel general, para empezar, se lleva a cabo una planificación detallada que incluye la definición de los objetivos del censo, la determinación de las áreas a cubrir, la selección de los criterios de delimitación territorial, la elaboración de cuestionarios y formularios, y la programación de actividades. En paralelo se realiza una actualización cartográfica, trabajo esencial que implica actividades tanto de campo como de gabinete, con el objetivo de conocer y determinar el espacio geográfico que será objeto del despliegue del encuestador censal durante un censo de población o cualquier otro estudio demográfico. Esta actualización es fundamental para garantizar una cobertura completa y precisa de la población, y debe tener en cuenta las características específicas del área de estudio, sea esta un área dispersa o un área concentrada de población. Además, se capacita al personal encargado de llevar a cabo el censo en aspectos técnicos, éticos y logísticos relacionados con la recopilación de datos y la interacción con los encuestados. Íntimamente vinculadas están las campañas de comunicación y sensibilización, para informar a la población sobre el censo, sus objetivos, la importancia de participar y los derechos y garantías de confidencialidad de la información.

En cuanto a la dinámica del censo propiamente, el personal capacitado visita los hogares o comunidades según los criterios de delimitación territorial establecidos, y lleva a cabo la recopilación de datos utilizando cuestionarios y formularios previamente diseñados. Se realizan entrevistas a los miembros de los hogares o comunidades para recopilar información demográfica, social y económica, que puede incluir datos sobre la composición familiar, la educación, el empleo, los ingresos, la vivienda, entre otros. En algunos casos, se realizan visitas de seguimiento o revisitas para verificar la información recopilada, corregir posibles errores o completar datos faltantes.

En este proceso se utiliza cuestionarios y formularios impresos o electrónicos para recopilar información de los encuestados. Esto implica gran cantidad materiales de oficina como papel, bolígrafos, carpetas, y, a veces también dispositivos electrónicos como tabletas o celulares, lo que facilita el procesamiento y la transmisión de la información. En esta etapa se requiere personal capacitado, supervisores, entrevistadores, digitadores, entre otros. La organización y ejecución de un censo de población requiere una coordinación efectiva, recursos adecuados y personal capacitado para garantizar la calidad y la precisión de los datos recopilados.

4. ¿Cuál diría que es el impacto más importante de un censo de población/visita y revisita sobre la dinámica política, económica y social del conjunto?

Paula C. Zagalsky

Las visitas del período colonial ayudaron a registrar los recursos humanos y materiales existentes, pero también a moldear la sociedad, las categorías o etiquetas que recayeron sobre cada persona y grupo. En este sentido, las visitas o censos de población constituyeron pasos centrales para la construcción y mantenimiento de los sistemas económicos para el establecimiento y funcionamiento de sistemas fiscales, pago de tributos, los sistemas laborales. Pero también fueron relevantes en cuanto a las obligaciones de la vida social, la configuración de la vida religiosa, y el ordenamiento del espacio social y las formas habilitadas en cada momento histórico para habitarlo y venerarlo.

Esther Aillón

Los censos son herramientas de conocimiento y representación de la población por parte del Estado. El aumento de la presencia de éste en el territorio y en la sociedad, a lo largo del siglo XIX, fue creando mejores condiciones para la producción de cifras oficiales más confiables. Bolivia tuvo que esperar hasta el Censo Nacional de 1900, a cargo del intelectual paceño Manuel Vicente Ballivián, para contar con información detallada y precisa, sobre población, educación, salud, y otros. Por esa razón, ese censo es considerado como el inicio de la modernización estadística del Estado boliviano.

Sin embargo, en el siglo XIX, los censos provocaban desconfianza porque la población percibía que tenían fines ajenos al registro censal: diferenciación étnica, voto restringido, ingresos fiscales o reclutamiento militar, por ejemplo, lo que afectaba el vínculo de confianza entre el Estado y la población. Así se muestra en el “Reglamento para la formación del censo y catastro de la República de 1869” en el gobierno de Mariano Melgarejo (1864-1871). Se llamaba al civismo de la población para participar de la encuesta, y se emplazaba a no dejarse llevar por dos prejuicios. Por un lado, el de los propietarios de fincas ante el censo catastral. Preguntaba: “¿los propietarios bolivianos estarán dispuestos a declarar el verdadero precio de sus fincas?” Por otro, señalaba: “las clases ignorantes del pueblo” pueden rehusar contestar las preguntas del censo por atribuirle fines de reclutamiento y expoliación económica.

Marcos Vargas

El impacto de un censo de población es significativo en varios aspectos de la dinámica política, económica y social de un país. Los censos proporcionan datos actualizados y precisos, incluyendo el tamaño, composición por edad y género, distribución geográfica, estructura familiar, entre otros aspectos poblacionales. Estos datos son esenciales para comprender la dinámica demográfica de un país o región, permitiendo a los responsables de la toma de decisiones diseñar políticas públicas eficaces y asignar recursos de manera adecuada. Recordemos que los resultados del censo también se utilizan para determinar la distribución de escaños en el parlamento y la representación política en diferentes niveles de gobierno.

En lo sucesivo, los datos son utilizados por los gobiernos y otras instituciones para planificar y desarrollar programas y políticas en áreas como la salud, la educación, la vivienda, el transporte, entre otros. La información demográfica obtenida de los censos es crucial para la asignación equitativa de recursos públicos, como fondos para programas sociales, inversión en infraestructura y distribución de servicios básicos. La información de los censos proporciona una línea de base para evaluar el impacto de las políticas públicas y programas sociales en la población. Al comparar los datos censales de diferentes períodos, es posible analizar tendencias demográficas y evaluar el éxito o fracaso de intervenciones específicas. Se trata de evidencia empírica para respaldar la toma de decisiones políticas, la investigación académica, la planificación empresarial y otras actividades que requieren información demográfica confiable y actualizada.

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